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Qué les hemos hecho a los perros: las consecuencias de la cría selectiva en la salud de las mascotas que triunfan en redes | Salud y bienestar

Tiktok está repleto de vídeos de pugs “graciosos” roncando. Estos perros se han vuelto increíblemente populares en las últimas décadas. Así lo indica un estudio publicado en la revista Canine Medicine and Genetics, que concluye que estos animales tienen dificultad para respirar y problemas de salud tan graves que “ya no pueden ser considerados un perro típico desde una perspectiva de salud”. Los pugs, al igual que otras razas populares y virales en redes sociales, son víctimas de la cría selectiva con fines estéticos.

“Nos entristece mucho ver perros que luchan por respirar, caminar, jugar o vivir una vida normal y feliz porque han sido criados para verse de cierta manera, ya sea con fines de lucro o para ganar un espectáculo”, afirman desde la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales. La cría selectiva se ha centrado cada vez más en el aspecto y en la popularidad de determinadas razas, sin tener en cuenta la funcionalidad, salud o longevidad, según la Federación de Veterinarios de Europa (FVE) y la Federación Europea de Asociaciones Veterinarias de Animales de Compañía.

El objetivo de la cría selectiva es producir descendencia con unas características específicas. “Se ha realizado desde que comenzamos a relacionarnos con los perros”, afirma Paula Pérez Fraga, veterinaria con un máster en medicina del comportamiento de animales de compañía y doctoranda del grupo de comportamiento animal Family Dog Project en el Departamento de Etología de la Universidad de Budapest.

Hace unos 15.000 años este tipo de cría se hacía “con fines comportamentales”. Una investigación publicada en la revista Science indica que antes del siglo XIX, los perros se seleccionaban principalmente para funciones como la caza, la vigilancia y el pastoreo. “Los humanos propiciaban la reproducción de aquellos individuos más sociables y con menos miedos, de modo que la descendencia era más dócil y fácil de manejar”, cuenta Fraga. Con el tiempo, fueron seleccionando a los perros “por ciertas vocalizaciones que nos podían ser ventajosas —los ladridos— o por su capacidad de comunicarse mejor con nosotros en la distancia”.

Pero en el siglo XIX el énfasis de la cría selectiva se puso en la morfología, además de en el temperamento. De esta forma “nació el concepto de los perros como animales puramente de compañía”. Desde ese momento, se ha dado prioridad a la apariencia que los dueños de mascotas consideran “estéticamente agradable”, lo que ha condicionado el tamaño, el color o la longitud del pelo de los perros. Así lo explica Rowena Packer, profesora de ciencias del bienestar y comportamiento de los animales de compañía en el Royal Veterinary College, en Reino Unido: “Esto ha llevado a la proliferación de varios cientos de razas de perros a nivel internacional, siendo el perro la especie de mamífero con mayor diversidad fenotípica del planeta”. La Federación Cinológica Internacional reconoce 356 razas.

El impacto en la salud de la cría selectiva

La cría selectiva puede ser extremadamente útil para los humanos si se hace correctamente, según Packer. Permite que haya animales que realicen tareas específicas, como los perros policía, de pastoreo o que asisten a personas con discapacidad. Fuentes de la Real Sociedad Canina de España destacan otra gran ventaja: la de reducir o erradicar las enfermedades heredables en ciertas razas: “Tal es el caso de afecciones como la displasia de cadera o la atrofia progresiva de retina, cada vez menos prevalentes gracias al uso de herramientas científicas veterinarias por parte de los criadores responsables”.

Sin embargo, en muchos otros casos, la cría selectiva ha tenido un impacto negativo en la salud de los perros. Para empezar, Packer hace referencia a problemas relacionados con la “endogamia”. “En un intento de fijar ciertos rasgos genéticos en una población, los criadores ‘cierran’ el acervo genético de su raza para que la genética externa (los genes de perros de otras razas) ya no pueda entrar en él”, explica.

Dentro de este acervo genético restringido, algunos criadores seleccionan individuos estrechamente relacionados para los apareamientos. Por ejemplo, madres con hijos, padres con hijas, hermanos o abuelos con nietos. La experta destaca que “esto reduce aún más la diversidad genética y aumenta la probabilidad de que la descendencia se vea afectada por condiciones de salud genéticas como la sordera”.

Hay muchas enfermedades hereditarias que tienen una prevalencia superior a la normal en razas de perros específicas que acaparan millones de visitas en redes sociales. Michael Aherne, profesor clínico asistente de cardiología de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Florida, explica que es el caso de la cardiomiopatía dilatada en los doberman pinschers, la enfermedad degenerativa de la válvula mitral en los cavalier king charles spaniels, la miocardiopatía arritmogénica del ventrículo derecho en los boxers, la displasia de cadera en los labrador retrievers o la estenosis aórtica subvalvular en golden retrievers. “La lista de ejemplos es prácticamente interminable, y casi todos los individuos de raza tienen un mayor riesgo de padecer una enfermedad u otra”, indica.

Los pugs, dachshunds, cavalier king charles spaniels y doberman pinschers triunfan en TikTok.TikTok

El precio de que los perros sean ‘bonitos’

A los problemas relacionados con la endogamia se suman otros derivados de la selección de rasgos estéticos deseables para los humanos pero perjudiciales para los perros. Packer explica que el punto de partida suele estar en mutaciones genéticas que surgen naturalmente, como la braquicefalia —que se caracteriza por una cara anormalmente aplanada— o la condrodistrofia —patas anormalmente acortadas—.

Como para muchos humanos estas características resultan atractivas, “en lugar de evitar estas mutaciones, las han proliferado y a menudo las han exagerado hasta algunas de las formas extremas que vemos hoy”. Mientras que la braquicefalia suele afectar a razas populares de cara plana como los pugs y los bulldogs, la condrodistrofia se da en razas de lomo largo y patas cortas como los dachshunds —más conocidos como perros salchicha—.

En el caso de los perros de razas braquicéfalas, la cría selectiva con fines estéticos ha hecho que tengan cráneos más cortos en comparación con otras razas. Así lo explica Aherne, que destaca que los tejidos blandos de la nariz y la garganta no se han reducido para adaptarse a ese cráneo más pequeño. Algo que puede provocar “problemas importantes al obstruir sus vías respiratorias superiores”.

Además de que estos perros pueden tener dificultad para respirar, en ocasiones experimentan problemas oculares —debido a sus globos oculares abultados—, enfermedades dentales —por la falta de espacio en la boca para los dientes— y problemas para dar a luz de forma natural. Debido a sus cabezas grandes y caderas pequeñas, los cachorros pueden quedar atrapados en el canal del parto.

La condrodistrofia suele afectar a algunos perros salchicha. Esta condición, según Packer, hace que a aproximadamente una cuarta parte de los ejemplares de esta raza se les deslice un disco en la espalda, “lo que provoca dolor extremo, debilidad y, con frecuencia, parálisis”. “A menudo estos trastornos requieren cirugía para reducir el sufrimiento, que puede costar muchos miles de euros y aun así no garantiza que los perros vayan a tener una buena calidad de vida”, comenta la experta.

La manifestación de muchas enfermedades puede verse influenciada significativamente por otros factores, como la dieta, el medio ambiente o el ejercicio. “Si sabes que tu perro tiene o podría estar predispuesto a una determinada enfermedad, puedes implementar algunas medidas para prevenir una manifestación grave de la misma”, indica Aherne, que aconseja visitar al veterinario de forma rutinaria.

Todos estos problemas han llevado a algunos países a impedir la cría selectiva de algunos perros. Los Países Bajos han prohibido la tenencia de algunos perros braquicefálicos y Noruega del cavalier king charles spaniels. En España, el artículo 27 de la ley de bienestar animal prohíbe “llevar a cabo actuaciones o prácticas de selección genética que conlleven problemas o alteraciones graves en la salud del animal”.

Entonces, ¿es recomendable evitar adquirir un perro que sea fruto de la cría selectiva con fines estéticos? “Estrictamente hablando desde una perspectiva de salud animal, sí, es aconsejable evitar adquirir perros de raza selectiva, ya que la mayoría de las mascotas de raza pura tienen riesgo de sufrir diversas enfermedades hereditarias y los perros que no son de raza pura van a tener un riesgo reducido”, señala Aherne. No obstante, considera que, en términos prácticos, es poco probable que la cría selectiva con fines estéticos desaparezca pronto. Además de que múltiples criadores viven de ello, “muchos amantes de los perros tienen sus razas favoritas y quieren que continúen”.

Cuando la estética pone en peligro a los gatos

Algunos gatos también son víctimas de la cría selectiva con fines estéticos. Al igual que ha ocurrido con los perros, desde el siglo XIX se han tratado de preservar “rasgos aparentemente deseables”, según algunas investigaciones. Especialmente aquellos asociados con el color y la longitud del pelaje, el tamaño y la forma del cuerpo o el color y la forma de los ojos.  

Algunas razas populares con caras planas, como los gatos persas y los británicos de pelo corto, tienen un mayor riesgo de sufrir una dificultad para respirar. Un estudio publicado en Scientific Reports indica que los gatos persas y otros con hocicos cortos pueden padecer además problemas dentales, como la maloclusión, que se produce cuando los dientes no se alinean correctamente y puede provocar dolor y dificultad para comer. Las afecciones oculares también son comunes en los persas debido a sus grandes cuencas oculares. 

Además, una investigación publicada en Frontiers in Veterinary Science indica que la cría selectiva de gatos puede haber afectado su capacidad para comunicarse eficazmente a través de expresiones faciales. “Nuestra preferencia porque tengan características que nos parezcan bonitas o similares a las expresiones que reconocemos en los humanos (como la ternura, la vulnerabilidad o una apariencia de mal humor) puede haber alterado involuntariamente su capacidad para expresarse y comunicarse con claridad”, afirma Lauren Finka, especialista en comportamiento y bienestar felino y una de las autoras del estudio. 

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By Xilda Borrego Nino

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