Las cumbres del clima son en buena medida relato y el de la COP28 que se celebra en Dubái está tan claro y centrado que difícilmente alguien puede sacar un conejo de la chistera detrás del que esconderse para ocultar un fracaso. La línea del éxito o la derrota está trazada: saber si se logra por primera vez que los casi 200 países que están presentes en estas negociaciones hagan un llamamiento directo al fin progresivo de la producción y uso de todos los combustibles fósiles, algo que debe marcar el camino para los planes climáticos que las naciones han de presentar ante la ONU.
A la recta final de esta conferencia, que empezó el 30 de noviembre y debería concluir este martes, se llega con el debate vivo sobre el fin de estos combustibles, los principales responsables de la crisis climática que golpea ya a la humanidad. Cuenta con el respaldo de la UE y otros muchos países que quieren un cierre de cumbre ambicioso, pero con el rechazo público y rotundo de naciones petroleras como Arabia Saudí o Irak. La posibilidad de que se mencione abiertamente a los combustibles ha encendido las alarmas en estos países, al igual que en la OPEC, la organización que agrupa a los mayores exportadores de petróleo del planeta.
El carbón, el petróleo y el gas son los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, cuya quema masiva a partir de la Revolución Industrial está detrás del calentamiento global. Pero durante muchos años de negociaciones climáticas el punto de mira ha puesto en las balas y no en las pistolas, es decir, en los gases (para los que se fijan objetivos de recorte) y no en los combustibles que los generan. Pero en esta COP28 el foco está absolutamente puesto en las fuentes emisoras, algo que resulta ciertamente paradójico, porque quien dirige las negociaciones es Sultán al Jaber, el ministro de Industria de Emiratos Árabes Unidos, un país en el que el 30% de los ingresos vienen directamente del petróleo y el gas. Además, es el máximo responsable de la empresa pública de hidrocarburos, ADNOC.
Pero Al Jaber, presionado precisamente por eso y tras difundirse unas polémicas declaraciones suyas previas a la cumbre en las que ponía pegas al fin del uso de los hidrocarburos, ha reconocido en varias ocasiones que considera “esencial” reducir o eliminar progresivamente todos los combustibles fósiles. En los borradores que se han difundido en los últimos días se mantenían todas las opciones, y hasta este lunes la presidencia de la COP28 no entregará a los negociadores su propuesta más o menos definitiva tras haber escuchado las posturas de todos. Una de las principales dudas, explican fuentes de la negociación, es qué verbo acompañará a la mención (si se mantiene) a los combustibles fósiles: eliminar, reducir, sustituir, desplazar…
Muchos de estos negociadores afrontaban este domingo las horas finales con una sensación de todo o nada, según explicaban en la delegación de la UE, cuyos miembros actúan en bloque y en el que España, y la vicepresidenta Teresa Ribera, especialmente, están teniendo un papel clave al representar a los Veintisiete. Durante todo el día se sucedieron las reuniones bilaterales y grupales entre los países para intentar acercar posturas y cerrar un lenguaje que fuera asumible por todos en el texto final. Sultán al Jaber, antes de reunir a todos los negociadores a la vez, les pidió “flexibilidad” y recordó que es la única presidencia de una COP que ha puesto sobre la mesa hasta el final a los combustibles fósiles, como le han pedido la mayoría de los países. Y es cierto, como lo es también la capacidad de diálogo de su país con casi todos los implicados. “Emiratos puede hablar con todos, porque con todos tiene relaciones amistosas, con Rusia, con China, con la UE, con Arabia…”, destacan fuentes de la negociación. El problema es que las decisiones en las COP se tienen que tomar por consenso, no por mayorías.
La UE acudió a esta COP28 con una mandato: lograr un llamamiento a acabar progresivamente con los combustibles fósiles, aunque dejando la puerta abierta a los sistemas de captura y almacenaje de dióxido de carbono para algunas actividades industriales, otra de las batallas sin cerrar. Aunque el relato es de todo o nada, los verbos y adjetivos que se incluyan en los textos finales son determinantes, porque pueden dejar más abierta o menos una puerta trasera para el sector fósil, realmente preocupado por cómo puede afectarle el resultado de esta conferencia. Junto a la UE se han alineado en esas mismas posiciones otras naciones que se muestran ambiciosas, como Chile, Colombia, Noruega y las pequeñas islas-Estado que se ven amenazadas por el aumento del nivel del mar.
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Perfil bajo de los mayores emisores mundiales
Estados Unidos y China, las dos principales economías mundiales y los dos mayores emisores mundiales, están manteniendo un perfil público mucho más bajo en la cumbre, aunque sin dejar de lado las negociaciones. Hay que recordar que Estados Unidos es el primer productor mundial de petróleo; igual que China lo es en el caso del carbón. Pero ambas naciones firmaron unos días antes de la COP28 una declaración conjunta que da pistas sobre su postura: se comprometían a que globalmente se triplique la capacidad de energía renovable mundial para “acelerar la sustitución de la generación de carbón, petróleo y gas”. Triplicar la potencia renovable es otro de los llamamientos que se espera que salga de la cumbre y muchos consideran que es en ese contexto en el que se debe pedir la eliminación o reducción de los combustibles. Es decir, instar a sustituir unas fuentes de energía por otras.
Pero ni Arabia Saudí ni la OPEC ni otros países petroleros como Irak quieren oír hablar de menciones directas a los combustibles fósiles. Públicamente, en el plenario de la cumbre, Arabia Saudí ha dejado claro que las referencias deben ser a los gases de efecto invernadero y no a las fuentes que los causan. Hablar de balas y no de pistolas. Lo mismo ha expresado este domingo el representante de Irak, que rechaza cualquier petición de reducir o eliminar los hidrocarburos. En una postura silente, pero parecida —en su caso debido a la importancia del gas natural— está Rusia, cuyo enfrentamiento con la UE le ha llevado incluso a mantener hasta ahora bloqueada la sede de la próxima cumbre, algo que se espera que se despeje al final de la COP28.
Las referencias a reducir o eliminar los combustibles fósiles para sustituirlos por renovables se están discutiendo en el texto del denominado balance del Acuerdo de París. Este pacto, firmado en 2015, establece como meta que el calentamiento no supere los 2 grados Celsius y, en la medida de lo posible, los 1,5. Para ello, los países deben presentar ante la ONU planes voluntarios de recorte de las emisiones (no se menciona a las fuentes que los causan, de ahí el importante paso que supondría explicitarlo ahora en esta COP28) que conduzcan a esa meta. Pero esos planes llevarían ahora a un aumento de la temperatura de entre 2,1 y 2,8 grados, siempre respecto a los niveles preindustriales. Eso es lo que se sabe, pero el balance que se tiene que hacer en esta COP28 se espera que también incluya indicaciones para la próxima tanda de planes nacionales que deben presentar los países en 2025. La intención de la presidencia es que se explicite que esos programas nacionales deben marcar ya la ruta para dejar los combustibles fósiles y apostar por las renovables.
“Tomemos la decisión aquí en Dubái de eliminar progresivamente todos los combustibles fósiles para mediados de siglo, con medidas que empiecen ahora mismo. Si lo hacemos, los Emiratos Árabes Unidos y la COP28 serán coronados como el país y el pueblo que mitigaron las guerras climáticas, evitaron catástrofes y salvaron innumerables vidas”, valoraba este domingo Shady Khalil, miembro de la organización Greenpeace en el área de Oriente Medio y Norte de África,
Pero una cumbre es un circo de varias pistas. La central es el balance, pero hay otros textos en los que se discute sobre la adaptación (es decir, cómo pueden los países adelantarse a los impactos negativos del cambio climático). De esta cumbre no se esperaba que saliera en este ámbito nada de calado, pero según advierten negociadores de varios países, Arabia Saudí mantiene una actitud de bloqueo que, sospechan, empleará como moneda de cambio en la negociación sobre las menciones a los combustibles fósiles.
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