La cumbre del clima ha entrado ya en la recta final y queda más en evidencia lo que parecía claro desde el arranque: la batalla más dura es cómo hacer un llamamiento para que los países eliminen o reduzcan los combustibles fósiles, los principales responsables de la crisis climática. La COP28, que este año se celebra en Dubái, debería cerrarse el 12 de diciembre, pero para eso se requiere que los países se pongan de acuerdo sobre este polémico punto que apunta directamente al carbón, el petróleo y el gas, los primeros responsables de las emisiones que sobrecalientan el planeta pero que siguen siendo esenciales para gran parte de la economía mundial.
Las decisiones genéricas que se adoptan por consenso en las cumbres de este tipo luego tienen importantes repercusiones en cascada en las normas nacionales. Y existe toda una jerga climática en la que la introducción de una palabra puede implicar un sunami regulatorio en cada país. Estos son algunos de los términos que ayudan a comprender qué están discutiendo en Dubái los representantes de las casi 200 naciones que participan en estas negociaciones sobre cambio climático. A ellos les ha instado este viernes el presidente de la COP28, Sultán al Jaber, a que tenga una actitud de “flexibilidad” en los próximos días.
Balance. El Acuerdo de París, el marco internacional que rige la lucha contra el cambio climático desde que fue aprobado en 2015, establece que todos los países firmantes deben presentar planes de recorte de emisiones voluntarios para conseguir un objetivo común: que los gases se reduzcan hasta prácticamente eliminarse en la segunda mitad de siglo y así lograr que el calentamiento se quede entre los 1,5 y los 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales. Ya se está cerca de ese límite, porque la temperatura media global es unos 1,2 grados más cálida que antes de la Revolución Industrial.
El Acuerdo de París también fijaba que en 2023, es decir, en esta COP28, se debía hacer un balance conjunto de los planes nacionales para ver si están bien encaminados. Ya se sabe que no, que conducen en el mejor de los casos a un calentamiento de entre 2,1 y 2,8 grados. Por eso lo importante no es el balance, sino el llamamiento que se incluya en ese documento para la próxima tanda de planes nacionales de recorte, que todos los países deben presentar en 2025. Es ahí donde se intenta introducir la complicada referencia al fin de los combustibles fósiles, algo que hasta ahora no se ha conseguido y que, en su redacción más ambiciosa, despierta el recelo de países como China, India y Arabia Saudí.
El representante de este último país petrolero, que mantiene una posición dura en la cumbre, ha explicado este viernes claramente su posición cuando ha recordado que el Acuerdo de París se centra en las emisiones de efecto invernadero, no en las fuentes. Lo ha hecho durante el plenario que ha abierto esta última fase de negociación en la COP28, donde otros muchos países sí han incidido en la necesidad de acabar con la producción y el consumo de los combustibles fósiles.
Neutralidad tecnológica. En las negociaciones climáticas se fijan objetivos de recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes de esta crisis climática. Pero, aludiendo a la necesidad de mantener una neutralidad tecnológica en esta lucha contra el cambio climático, en los documentos oficiales siempre se esquiva fijar objetivos concretos sobre sectores productivos y sobre el principal origen de esos gases: el carbón, el petróleo y el gas. Pero, a medida que las emisiones de este sector fósil siguen creciendo y los planes de los países productores no parecen pasar por frenar las extracciones, la presión sobre estos combustibles crece.
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Triplicar. Para acabar con las emisiones se necesitan formas de generar energía que no expulsen estos gases. Cada vez está más claro que las renovables, empezando por la solar y la eólica, son esa alternativa. Siguiendo ese razonamiento, esta COP28 se espera que se cierre con el objetivo global de triplicar la potencia renovable de aquí a 2030, lo que supone pasar de los 3.400 gigavatios (GW) actuales a los 11.000 GW. En estos momentos, sin esfuerzos adicionales, las estrategias energéticas de los países ya llevarían a que se duplique esta potencia a finales de esta década, con lo que fijar el objetivo de multiplicar por tres despierta consenso en esta cumbre. Ese phase in (introducir progresivamente en inglés, el idioma que se emplea en las negociaciones) es lo fácil. El problema es lo que tiene que salir del sistema.
Reducir o eliminar progresivamente. La discusión se centra en cómo realizar el llamamiento a la salida de los combustibles. Primero, si debe ser una reducción progresiva (phase down en inglés) o una eliminación progresiva (phase out). La elección de un término u otro implica dejar más o menos margen para que se sigan quemando petróleo, gas y carbón. De ahí que los países más dependientes, ya sea por ser productores o consumidores sin alternativas asequibles, sean los que intentan rebajar la ambición del texto final.
En la cumbre de Glasgow, celebrada en 2021 en esta ciudad escocesa, ya se intentó hacer incluir una mención a los combustibles fósiles, que fue rebajada considerablemente por la India. Se abogaba por una reducción progresiva solo del carbón en la declaración final.
Sin disminuir. En esa declaración de Glasgow se incluyó otro término más: unabated, que tiene una difícil traducción porque ni siquiera está clara su definición y sus implicaciones en inglés. Significa literalmente “sin disminuir” o “sin cesar” y hace referencia a las emisiones de efecto invernadero que se generan al producir la energía. La eliminación progresiva del carbón sin disminuir supone que se podría permitir seguir usando las plantas de carbón que cuenten con sistema de captura y almacenamiento de sus emisiones para que no acaben en la atmósfera. Incluso, invirtiendo en nuevas si cuentan con esa tecnología.
El problema de este término es que ni siquiera existe una definición clara de lo que implica “sin disminuir” en las negociaciones climáticas. Solo hay una referencia en uno de los informes del IPCC, el panel de expertos internacionales que sienta las bases sobre el conocimiento del cambio climático, que apunta lo siguiente: “combustibles fósiles no disminuidos se refiere a combustibles fósiles producidos y utilizados sin intervenciones que reduzcan sustancialmente la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos a lo largo del ciclo de vida; por ejemplo, capturar el 90% o más [de las emisiones] de las centrales eléctricas, o entre el 50% y el 80% de las emisiones fugitivas de metano del suministro de energía”. Sin embargo, los activistas climáticos temen que, al ser tan difuso, pueda emplearse este término para abrir la puerta a seguir quemando combustibles sin que realmente se eliminen todas las emisiones que generan.
Alrededor de un centenar de países ya han mostrado su apoyo a que se incluya un llamamiento a la eliminación progresiva de todos los combustibles fósiles. La Unión Europea y los países más vulnerables al cambio climático, como las pequeñas islas del Pacífico amenazadas por el aumento del nivel del mar, son las que están apretando más en esa dirección. Los Veintisiete miembros de la UE, que negocian como un bloque en las COP, acordaron unas semanas ante de la cumbre una postura común un tanto compleja al abordar el asunto de la disminución o no de las emisiones.
En términos generales, se aboga por una eliminación progresiva y sin matices de la generación de energía con combustibles fósiles. Pero se deja abierta la puerta a que se pueda emplear la captura y almacenaje en algunos procesos industriales muy intensivos en los que no hay una alternativa viable y competitiva ahora, explican fuentes de la delegación española, que se encargó de tejer esa posición común en este complicado asunto y que está negociando en nombre de los Veintisiete en Dubái.
Ayudas públicas. Una vía clara para conseguir que el mundo se desenganche de los combustibles fósiles es eliminando las ingentes cantidades de dinero público que los gobiernos destinan a este sector de forma directa e indirecta. Pese a que es una reivindicación histórica ya, tan solo el 4% de los planes nacionales que los países han presentado en el contexto del Acuerdo de París contienen referencias directas a la eliminación gradual de las ayudas públicas a los combustibles fósiles, según un reciente informe de la ONU que servirá para realizar el balance en esta cumbre. En la cumbre de Glasgow ya se incluyó la necesidad de eliminar progresivamente las ayudas públicas “ineficientes”, otro término que añade incertidumbre a ese mandato. La duda ahora en la COP28 es cómo se insta, si es que se llega a eso, a suprimir estas ayudas y si se reclama que eso esté dentro de los nuevos planes climáticos que se deben presentar en 2025.
Todas las opciones, las que contienen los términos más ambiciosos y los menos, están ahora en los borradores de acuerdo que ha difundido la presidencia de esta cumbre que mantiene el empeño de terminar esta cumbre el día previsto, algo bastante inusual en este tipo de reuniones internacionales.
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